En junio de 1994, Roberto Gómez Bolaños posó para GENTE reposando su 1,62 metro de altura sobre un buzón de cartas. De fondo, una cabina telefónica y el tráfico de la Ciudad de Buenos Aires eran testigos de las confesiones de este intrigante hombre de 64 años.

Él, que a tantas generaciones hizo reír, no reía. Con la comisura de sus labios entornadas hacia abajo y un 'pucho en la boca', se dejaba fotografiar casi a desgano. Era un soldado que ya había tenido mil batallas. Y de muchas de ellas quiso hablar con el periodista de GENTE en una conversación en la que ese cigarrillo se fue consumiendo palabra tras palabra.

A continuación, la nota porteña que se entituló "Cuando el chavo no se chispotea" .

La entrevista que estuvo en todos los kioscos del país en el invierno del 94' y que

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