Por: Karla Zárate 30/08/2025 01:00:00

Me regalaron un LEGO de mi ola favorita, la de Hokusai. La imagen en la caja era imponente, inmóvil, pulcra, un reto. Esparcí el contenido sobre la mesa. Bolsas transparentes y numeradas, cientos de piezas de colores, tamaños y formas diferentes, me abrumaron. ¿Voy a poder? ¿Tendré la paciencia, la concentración? Dudé de mis habilidades, como siempre. Revisé la guía, sin palabras, sólo dibujos, paso a paso. La construcción sería por etapas, módulos que se ensamblan entre sí. Al principio hubo emoción, incluso obsesión. Tomé una pieza, la giré, la sentí entre los dedos. Encontré su sitio, encajó a la perfección. El chasquido sutil me llenó de placer, el clic de la satisfacción inmediata de cuando algo coincide y funciona. Continué, entusiasmada; t

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