El cadáver de la mujer fue hallado en una playa cercana al alojamiento, después de la presión de familia y amigas
Sus amigas enseguida tuvieron claro que Matilde Muñoz, la turista gallega desaparecida en Indonesia, no se había esfumado por voluntad propia. No existía la opción, decían, que de repente, sin haber avisado, no escribiese en sus redes sociales y no respondiese a los mensajes. Aunque era trotamundos, había construido una red sólida de amigas viajeras con las que permanecía en contacto y con las que quedaba, por distintos países de Asia, a medida que podían. Ellas y su sobrino investigaron y presionaron para que buscasen a Mati , como la llamaban, en la zona de Senggigi, en la isla de Lombok, donde se la vio por última vez. El sábado, cuando hacía casi dos meses de su desapari