Enrique García-Máiquez
Cornudos y apaleados
El Gobierno —o, mejor dicho, peor, el Estado— ha prestado una ayuda fallida, tardía, torpe e inconclusa. Sería muy raro que, rompiendo su querencia, se revelase eficaz de pronto
Se escuchan tambores lejanos de una inminente crisis económica. Hay indicios preocupantes, leves temblores sistémicos en Europa que los sismógrafos más atentos registran con alarma. Yo no entiendo de macroeconomía, tengo mis prevenciones contra el catastrofismo y sé que los economistas suelen ser mejores maestros a toro pasado. Oigo, pues, en respetuoso y distante silencio. Pero algo sí me sobrecoge.
La seguridad aplastante de que, si un crack nos sobreviene, el Gobierno no hará nada para amparar a la población ni para reflotar la economía. No es profecía, sino proyec