El Senado de México, la sede del diálogo y la retórica nacional, se convirtió esta semana en un terreno de pelea (y, no precisamente, dialéctica). El dirigente nacional del PRI y senador, Alejandro «Alito» Moreno, asestó varios golpes al presidente de la Cámara Alta, Gerardo Fernández Noroña, de Morena, al concluir la sesión parlamentaria. El líder del partido que gobernó México durante 71 años consecutivos empezó a pegar a Fernández Noroña a la vista de todos por no haberle dado oportunidad de intervenir en la sesión. Sin pensarlo dos veces.

Si ya de por sí la oposición en México se percibe desnortada y aletargada, este enfrentamiento violento no ha hecho más que reforzar el mensaje lanzado por Morena de que sus adversarios políticos, principalmente los tradicionalistas PRI y PAN, repres

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