En el primer día de rodaje de Frankenstein , Guillermo del Toro levantó un dibujo de la criatura que había hecho cuando era adolescente.
“Él dijo: ‘Esto es como Jesús para mí’”, recuerda Oscar Isaac .
Para el cineasta mexicano, la novela gótica de Mary Shelley de 1818 y la película de 1931 con Boris Karloff son sus urtextos personales: el origen de un afecto de toda la vida por los monstruos que del Toro ha cobrado vida desde entonces, en montones de sketches y en una filmografía adorada por ellos. Para un niño incomprendido que creció en una familia católica devota, la criatura de Frankenstein, aborrecida por su creador, pero dotada por Karloff de empatía y fragilidad, abrió algo.
“Sentí que nacía en un mundo implacable, donde o tenías que ser un corderito blanco o estabas