Diariamente cometemos grandes errores, de forma inconsciente y sin ver más allá, especialmente en la cocina. Cascamos huevos y tiramos la cáscara a la basura, limpiamos los posos de café de la cafetera y los desechamos, reciclamos cualquier envase y envoltorio de plástico o pelamos fruta y nos deshacemos de la piel solo porque lo consideramos “residuos”.

Acciones aparentemente inofensivas que no son más que graves errores. Muchos de esos restos esconden auténticos tesoros. Si conociéramos sus propiedades y usos secundarios, probablemente nos lo pensaríamos dos veces antes de tirarlos.

Un ejemplo claro es la cáscara de los plátanos que consumimos, a la que siempre se la asoció con “basura” o incluso con míticos resbalones en películas, pero que en realidad tiene numerosos beneficios y apl

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