El epicentro se localizó en las provincias de Kunar y Nangarhar, donde decenas de aldeas quedaron reducidas a escombros. Las frágiles construcciones de adobe y madera no resistieron la sacudida, lo que provocó que familias enteras quedaran atrapadas bajo los derrumbes.
Las labores de rescate se complican por la geografía montañosa y las réplicas que mantienen en alerta a la población. Más de 40 vuelos de emergencia han trasladado a heridos desde el aeropuerto de Nangarhar, mientras hospitales y morgues improvisadas intentan responder a la crisis.
La ONU, la Media Luna Roja afgana y diversas organizaciones humanitarias desplegaron brigadas de apoyo y solicitaron ayuda internacional urgente para atender a los damnificados. Este sismo se considera uno de los más mortíferos de la última déca