Ay abuela, vaya verano de incendios. Ya sé que no hay cabras. Solo te digo, que cuando he querido encenderte la lumbre, en un paseo corto por aquí al lado, entre cerezos, zanahorias silvestres y hayas, volvía con bolsas de palos bien secos para iniciar el fuego. Fui a gritar con mucha gente, lo que todos sabemos: «los fuegos se apagan en invierno», «los fuegos se apagan en invierno». Ya, ya sé, en noviembre o en febrero a lo mejor se han olvidado las cosas. De momento las quitameriendas salen para poner algo de color al negro del fuego. Ojalá no lo olvidemos, aunque traten de hacernos creer que la culpa la tiene no sé quién. Claro que no son los políticos, son algunos políticos. Me alegra que lo veas así. Son algunos políticos, no todos. Y ahora además han aprendido los mismos sinvergüenza
Así seguimos

84