Por Rafael J. Ramos Vázquez
En el año 92 del siglo pasado, los Astros de Houston tenían la primera opción para escoger en el draft. Su buscador de talentos, Hal Newhouser, había realizado un trabajo a conciencia para encontrar y recomendar a los mejores prospectos que había en los campos beisboleros. En su informe sugirió enfáticamente a la directiva que había un joven talento que debía ser adquirido. Su nombre: Derek Sanderson Jeter, que en el futuro sería conocido en la Gran Carpa como Derek Jeter.
Pero como sucede muchas veces la Fortuna metió las manos y cambió el curso de la historia. El representante astro no siguió el consejo y la suerte le dio la espalda.
El apoderado de los Yankee, guiado por el dedo del destino, en la sexta ronda escogió al jugador. Newhouser se enojó tanto co