El milagro no se ha producido. Con esa frase lacónica pronunciada por Jordan Bardella, presidente del Reagrupamiento Nacional, a su salida del palacio de Matignon se enterraban definitivamente las pocas esperanzas que aún le quedaban al primer ministro, François Bayrou, de seguir en el cargo. El gobierno caerá el próximo lunes 8 de septiembre mediante una moción de confianza presentada por él mismo en lo que parecía una jugada política arriesgada que pretendía adelantarse al calendario de movilizaciones sociales que se anuncian en Francia y a las más que probables mociones de censura por sus draconianos presupuestos que le hubiesen derrocado en unos días postergando una muerte anunciada. La propia Le Pen, tras la reunión con Bayrou ayer, indicaba su camino deseado: «Una disolución ultrarrá
Le Pen y los socialistas sentencian a Bayrou y su plan de recortes

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