Cuando llegué a Mendoza , hace 5 años, una de las primeras personas con las que crucé palabra fue la secretaria del colegio donde anoté a mis hijos. Una mujer amorosa, de esas que te reciben divino: “Bienvenida a la mejor provincia del mundo”. Pero enseguida, como buena anfitriona, deslizó una advertencia que me quedó grabada a fuego:
- Te voy a dar un consejo, porteña: los mendocinos son pésimos para conducir . Prepárate para las puteadas y los bocinazos , aun cuando circules tranquila y por tu derecha, como Dios manda.
Hay cortes de tránsito en el centro de la Ciudad de Mendoza debido a trabajos de Aysam por la rotura de un caño maestro de agua.
No exageraba. Al volante , los dolores de cabeza me llegaron de inmediato, y cada bocinazo todavía me recuerda aquella prem