Un análisis reciente describe a Colombia sumida en una nueva fase del conflicto armado, caracterizada por múltiples enfrentamientos territoriales —no centrados en la toma del poder, sino en la defensa de zonas específicas el escenario ha evolucionado hacia una violencia más fragmentada, radicalizada y tecnificada (incluso con drones e inteligencia artificial), con consecuencias profundas para la población civil y la democracia.

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