Cuando estalló el Conflicto del Cenepa en 1995, el entonces capitán Juan Carlos Huerta Chávarri se encontraba comandando la guarnición de Huancayo, en el frente del Mantaro. Junto a su batallón, fue desplegado a la frontera nororiental del país, donde enfrentó no solo el fuego enemigo, sino el peso de la responsabilidad de dirigir a jóvenes soldados, muchos de ellos apenas en mayoría de edad, en una guerra que marcó sus vidas para siempre.

“El llamado a la guerra fue un acto de honor”, recuerda Huerta. “No hay militar que no quiera estar en una guerra. Esa es nuestra razón de ser. Pero nuestros soldados no eran profesionales. Muchos eran jóvenes de 17 o 18 años, enrolados por leva, es decir, hasta por la fuerza, arrancados de sus hogares para defender nuestra patria”, recuerda sobre e

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