La política argentina se ha vuelto un territorio de vínculos efímeros: los electores cambian de preferencia de una elección a otra, las lealtades partidarias se diluyen y las reglas mismas del juego democrático aparecen en disputa.
Entre la volatilidad del voto , la división sobre la obligatoriedad del sufragio y la apertura a innovaciones como el voto online o la elección popular de jueces, lo que emerge es una ciudadanía menos previsible, pero también más permeable a ensayar nuevas formas de participación.
De acuerdo a nuestro estudio de Creencias Sociales del Observatorio Pulsar (UBA), seis de cada diez argentinos ( 64% ) cambian su voto según la elección, mientras que apenas un tercio (28%) mantiene fidelidad a un mismo partido. La excepción es el peronismo, que conserv