En toda democracia, el voto se presenta como la herramienta para decidir el rumbo de un país. Sin embargo, esa herramienta encierra un riesgo: cuando la ciudadanía vota desde la ignorancia o movida por el resentimiento social, las consecuencias suelen ser desastrosas. El voto razonado y bien informado es un ideal que lamentablemente pocas veces se alcanza; la realidad nos muestra que las emociones, los prejuicios y la manipulación suelen tener un peso decisivo en los resultados electorales.
La ignorancia política no debe entenderse solo como falta de instrucción escolar, sino como ausencia de conocimiento sobre la realidad nacional, desconocimiento de las propuestas de gobierno, indiferencia hacia la historia y poca capacidad de análisis crítico. Un ciudadano que no distingue entre un arg