Entre el dominio robótico de Vingegaard y los Visma y los agresivos intercambios de pareceres en el UAE, el curioso que apura los días de las vacaciones sesteando ante el televisor recibe una sorpresa:
¡Ataca Mikel Landa!
Ojipláticos, los curiosos despistados se llevan las manos a la cabeza.
Se preguntan:
–¿Pero Landa estaba corriendo en esta Vuelta?
Los otros, las gentes del landismo , collejean a aquellos despistados, les recriminan el despiste, se hiperexcitan pues Landa es historia viva de nuestro ciclismo y claro que estaba disputando esta Vuelta, claro que sí.
Y Landa, erre que erre, le arrebata 45 segundos al pelotón de cabeza y durante un buen rato (unos 25 kilómetros) se luce entre los bulevares de Bilbao y entre los bosques del Alto del Vivero hasta que transige, se queja