El viento de septiembre atravesaba la calle 9 de Julio frente al Colegio Secundario de la UNLPam cuando empezó a sonar la banda estudiantil. Una batería, platillos y un par de guitarras marcaron el inicio de una jornada de protesta que, lejos de ser solo un acto gremial, se convirtió en un ritual colectivo de afirmación: la comunidad educativa en la calle, unida, en el cierre del paro de 48 horas de la docencia universitaria.
Docentes, estudiantes, trabajadores y trabajadoras del colegio y de la Universidad fueron ocupando el espacio, entre pancartas, mates compartidos y abrazos. En un rincón se inauguraba simbólicamente una "biblioteca al paso": un estante improvisado en una heladera en desuso donada, con libros abiertos a quien quisiera llevarse uno o dejarlo.
Un docente de la univer