Cuarto día del mes de septiembre y ya estoy derrengado. No es tanto una falta de energía, como una sensación de ansiedad. Una palpitación psicosomática que no te deja encontrar la paz. Sólo estamos a jueves, pero uno intuye vagamente lo que pudo sentir Stendhal cuando llegó a Florencia y le dio el famoso apechusque que lleva su nombre. Claro que a Stendhal le fue mejor que a nosotros porque su sobreestimulación se debió al bombardeo de obras de arte de extrema belleza. En cambio, al pobre notario de la actualidad española simplemente le queda la antítesis de lo experimentado por el escritor francés: la sobreestimulación por el collage con el que nos castiga el sanchismo de forma inmisericorde. No ha habido tregua desde el lunes y no parece que la vaya a haber. De momento, y hasta nueva ord

See Full Page