Una pluma grúa sostiene una cápsula de vidrio. En su interior, recostado sobre arena, un hombrecillo descansa. La maquinaria sube, baja, pero él se mantiene ajeno. Imperturbable. No hay épica en su derrota, no hay rebeldía. Es un hombrecillo que, por alguna razón, decidió ignorar lo que sucede a su alrederdor.

No es el único. Se pueden observar a otros, en escenario disímiles, que parecen haber tomado la misma decisión en la muestra de Guzmán Paz , El tapiz amarillo, en la galería Nora Fisch , donde la pasividad y lo trágico se entrecruzan, en donde la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido , donde habita el olvido , citando a Sabina .

La exposición invita a sumergirse en un universo doméstico que, lejos de ser un refugio, se convierte en “el lugar de

See Full Page