En la era digital, la tarjeta de crédito se ha consolidado como uno de los métodos de pago más prevalentes, ofreciendo comodidad, seguridad y la posibilidad de financiar compras a meses. Sin embargo, un segmento significativo de la población, ya sea por elección personal, historial crediticio limitado, o simplemente por no calificar para una, no posee este instrumento financiero.

Esta realidad plantea un desafío tanto para los consumidores que buscan acceder a bienes y servicios, como para los comercios que desean ampliar su base de clientes y no perder ventas. Excluir a este grupo de compradores potenciales no solo limita las oportunidades de negocio, sino que también crea una brecha en la inclusión financiera.

Afortunadamente, el panorama de los métodos de pago ha evolucionado drásti

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