Las redes sociales se integraron de forma natural en nuestra vida cotidiana. En Latinoamérica, su irrupción transformó profundamente la manera en que nos relacionamos, accedemos a la información, consumimos productos y construimos nuestra identidad personal y colectiva.
Ya no se trata solo de intercambiar mensajes en el grupo familiar de WhatsApp o de seguir perfiles que nos interesan en Instagram. Hoy, a través de las redes sociales, participamos activamente en causas sociales, nos informamos en tiempo real y basamos nuestras decisiones en lo que vemos allí.
Frente a este escenario, es válido preguntarnos qué efectos concretos tienen en nuestra región: ¿estamos realmente más conectados o vivimos más aislados en burbujas digitales? ¿Accedemos a mejor información o navegamos en un mar