En el 2000, la agroexportación no era el boom que hoy conocemos, sino más bien una inversión de alto riesgo. El éxito agroexportador del Perú ha sido posible gracias a una combinación de tratados comerciales, proyectos de irrigación, mejoras fitosanitarias, una creciente inversión privada y una ley agraria que tenía dos ejes principales: la posibilidad de establecer contratos laborales acorde con la alta estacionalidad de la actividad agraria; y beneficios tributarios, principalmente una reducción del impuesto a la renta. Así, en los siguientes años, la agroexportación impulsó la productividad, generó trabajos de mayor calidad, mejoró los salarios y contribuyó decisivamente a la reducción de la pobreza. Sin embargo, en 2020, el Congreso y el Ejecutivo incorporaron varios costos y rigideces
Costo del Bono Beta agrario ascendería a más de S/5.000 millones

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