A la economía colombiana le sucede algo similar a aquella persona que dice estar muy bien cuando llega a su chequeo médico periódico. En un primer momento, quien la examina acepta que su paciente se ve relativamente vigoroso a pesar de uno que otro achaque y un evidente problema de sobrepeso que sugiere la necesidad de una dieta estricta.
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Pero cuando llegan los análisis de laboratorio y se comparan con la historia clínica, el especialista frunce el ceño. Eso que parecía manejable con un mínimo de disciplina es en realidad una descompensación notoria y acelerada, que amenaza con enviar al que decía que solo se sentía indispuesto ocasionalmente a una unidad de cuidados intensivos en un tie