Cada relación tiene su geografía secreta. Hay mapas invisibles que solo los amantes conocen, rutas que se recorren a tientas, con las manos y el corazón. Pero cuando la historia termina —porque toda historia, incluso la de los amores más intensos, termina o muta—, a veces queda un lugar, una fecha, un punto fijo en el calendario que nos recuerda lo que fuimos. El “7 de septiembre” es ese faro. No uno que guía, sino uno que ilumina lo que fue y, con suerte, lo que aún puede permanecer.

La canción que Nacho Cano escribió hace más de tres décadas, no es solo un homenaje a un aniversario de pareja que ya no existe. Es, en el fondo, una lección emocional: que hay vínculos que merecen sobrevivir a su naufragio. Que se puede reconfigurar el amor, cambiar su forma, resignificarlo sin negarlo. Qu

See Full Page