La tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha alcanzado niveles alarmantes. El presidente Donald Trump lanzó un enigmático mensaje sobre posibles ataques al Cartel de los Soles en Venezuela, afirmando: “Ya verán”. Esta declaración se produjo en un contexto de creciente despliegue militar estadounidense en el Caribe, donde buques de guerra y cazas F-35 han sido movilizados para combatir el narcotráfico.
La situación se intensificó tras un incidente en el que aviones F-16 venezolanos sobrevolaron un buque militar estadounidense, lo que llevó a Trump a advertir que cualquier aeronave que represente una amenaza será derribada. En respuesta, el presidente venezolano Nicolás Maduro amenazó con una “lucha armada” si se produce una agresión militar.
Maduro, quien es acusado por la justicia estadounidense de liderar el Cartel de los Soles, ha convocado a sus milicias bolivarianas y ha declarado que Venezuela está en una “fase de alistamiento y preparación”. En un discurso transmitido en cadena nacional, afirmó que la defensa del país sería “planificada y organizada” en caso de un ataque.
El despliegue militar de Estados Unidos incluye ocho buques de guerra y un submarino de propulsión nuclear, que patrullan las aguas cercanas a Venezuela. Trump justificó esta operación como una respuesta al aumento del tráfico de drogas desde el país sudamericano, acusando al régimen de Maduro de facilitar la entrada de “miles de millones de dólares en drogas” a Estados Unidos.
En medio de esta escalada, Maduro ha negado las acusaciones de narcotráfico y ha instado a Trump a dialogar para resolver las diferencias. “Venezuela siempre ha estado dispuesta a dialogar, pero exigimos respeto”, declaró. Sin embargo, la retórica desafiante de ambos líderes ha mantenido la tensión en la región.
El canciller venezolano, Yván Gil, calificó el despliegue militar estadounidense como una amenaza directa. Mientras tanto, el presidente colombiano Gustavo Petro expresó su preocupación por la creciente fragilidad de la certificación antidrogas de Estados Unidos, que es crucial para el apoyo financiero a su ejército.
La situación en el Caribe se ha convertido en un tablero de ajedrez donde la diplomacia y la fuerza se enfrentan. La Casa Blanca ha elevado la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares, mientras que el Pentágono ha reforzado su presencia militar en la región.
Con el trasfondo de acusaciones de narcoterrorismo y la movilización de fuerzas, el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela se presenta incierto y cargado de riesgos.