JUCHITÁN, OAX.– Hace ocho años, tras el terremoto de magnitud 8.2 que sacudió esta ciudad la noche del 7 de septiembre de 2017, las calles de Juchitán se iluminaron con fogatas que simbolizaron tanto la solidaridad como la protesta. En ellas se cocinaba café y frijoles para los damnificados, pero también se denunciaba la rapiña y la corrupción en el manejo de recursos para la reconstrucción.
El movimiento telúrico, ocurrido a las 23:49 horas, dejó 39 víctimas mortales en la región del Istmo y obligó a miles de familias a dormir en la calle: unas porque perdieron su vivienda, otras por las grietas en sus paredes y muchas más por miedo a quedar atrapadas bajo los escombros. La suspensión prolongada de la energía eléctrica dio origen a las fogatas como única fuente de luz y calor durante