El incalculable legado de Giorgio Armani, fallecido el 4 de septiembre a los 91 años, quedó contenido en la instalada durante el fin de semana en el Teatro Armani de Milán. Podría resumirse en ese ramo de flores blancas sobre su féretro de madera pálida, un tributo a su elegancia y serenidad, a la pureza de su trabajo creativo, a esa forma natural de entender el "quiet luxury". Su despedida, contenida y hermosa, como la música al piano del compositor italiano Ludovico Einaudi que sonaba de fondo invitando a la calma, ha sido todo un homenaje a su vida y obra, en armonía con su personalidad.

Un adiós sobrio, discreto y cálido. Con el detalle perfecto y en la medida exacta, como cada una de sus prendas. Sin más iluminación en el interior de la capilla ardiente que la tenue luz de 300 ve

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