En los recovecos de la memoria de Tamaraceite hay un nombre que resuena con cariño y añoranza: Suso Peníchet, ‘el de la Bombona’, un hombre sencillo, pero de gran importancia, que dejó su huella en cada cocina, en cada hogar y en cada rincón de este querido barrio y sus alrededores. Suso era más que un repartidor de butano; era un amigo, un confidente y un testigo silencioso de la vida diaria de las familias tamaraceiteras.

Los tiempos en los que Suso comenzó su andadura profesional eran muy diferentes a los de hoy. En aquellos días, la cocina a gas era una novedad que empezaba a arraigarse en los hogares. La bombona de butano, esa fiel compañera gris, la grande y naranja, la más pequeña o llamada Butsir, se convertían en el corazón de las cocinas, el alma que mantenía encendidos los f

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