En estos días me preguntaron unos jóvenes periodistas en Cartagena de Indias, cuál era la clave para escribir crónicas. Les dije que la única clave está en escuchar, hasta que suene el corazón del otro ser que está frente a ti. Muchos periodistas no dejan hablar a su entrevistado. No lo escuchan. No siguen el rumbo a veces imperceptible de una mirada, de un gesto, de un parpadeo, de una mano que se aferra a un bastón, de un leve temblor en los pies. Un café conversado o un paseo es mejor que una entrevista convencional. Una vez le pregunté a Germán Espinosa por qué usaba bastones a sus cincuenta años. Jamás se había caído ni adolecía de ninguna enfermedad que lo obligara a usar bastones. Y me confesó que el bastón era un talismán, lo más parecido al bastón de los sabios palabreros de la Gu
El cronista

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