Hace veinticinco años, la revista Newsweek hizo una encuesta entre personalidades del sector tecnológico a las que preguntaron cómo sería la escuela del futuro. Una especie de prospección, o profecía, sobre los cambios que, en el aula -si es que seguía habiendo aulas- tendrían los avances tecnológicos.
Bill Gates, por ejemplo, veía a cada alumno con un PC -a ser posible, con sistema Windows, claro- conectándose con internet y con alumnos de otros colegios para hacer varias tareas a la vez y con una pantalla gigante en la que el profesor pudiera navegar también por internet y usar vídeos para explicar su asignatura. ¿Y el papel? Ah, no, nada de papel.
Newt Gringich, ex presidente del Congreso de los Estados Unidos metido a inversor, preveía que, en lugar de mesas y pizarras, habría simula