Ser extremeño es tener el alma en la Sierra de Gata, La Siberia o el Valle del Jerte . Es escuchar el canto de los pájaros en cada uno de los pueblos que guardan historia en sus recodos y sentir el latido del Valle del Ambroz o la Sierra de San Pedro. El orgullo de ser extremeño es apostar por la tierra en la que hemos nacido, esa que hoy cumple 40 años desde que se instituyó por primera vez el Día de Extremadura aquel 8 de septiembre de 1985, cuando ya éramos autonomía.

Con himno y bandera, el entonces presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra propuso vincular la celebración a la festividad de la Virgen de Guadalupe , cuyo fervor late en el corazón de la región: la Patrona, la Madre, la Reina de las Españas. Cuatro décadas después, la cita ha evolucionado y los motivos para

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