Lucas Martín 07 SEPT 2025 7:00
La literatura, en todas sus emanaciones y dispersiones, sigue siendo un asunto de valor indemostrable. Y no sólo por lo que dicen los famosos de internet, que a quién se le ocurre, por cierto, preguntarles, sino porque, más allá de su pretensión artesanal, y la del acuerdo más o menos tácito sobre lo que es y no es buena literatura, y que cada cual se las apañe, a veces le da por la irracionalidad y por ponerse incluso a oficiar milagros. Si la palabra es un instrumento versátil, que lo mismo sirve para comunicar desazón como para pedir sopa y hasta para decir soplapolleces y sugerir marcas de zapatos, su quintaesencia -en cuanto a desplazamiento y capacidad para viajar de la abstracción a la concreción y efectuar una y otra vez el camino a la inversa-