“Hay mucho por hacer” no es una frase hecha, es la realidad del sector obrero. Así de clara es la situación frente al primer año de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Mal haríamos en replicar a los charros que dicen que todo va bien, en callar la falta de empleos formales y bien pagados y tampoco seremos omisos ante la ausencia de avances disruptivos en las conquistas laborales. Por el contrario, hemos sido sujetos de un retroceso que nos continúa llevando a la pobreza laboral.
Como siempre, las cifras oficiales indican un bajo desempleo y aumentos salariales, pero la realidad es muy distinta: alta informalidad y una pobreza laboral que ha colocado a uno de cada tres trabajadores y trabajadoras en la pobreza aunque tenga empleo. El esfuerzo diario, el desgaste emocional y la aus