El discurso político siempre ha sido un vivero de palabras y expresiones pegadizas con las que se intenta impregnar el lenguaje cotidiano de ideario o argumentario.

Con la llegada de la llamada “nueva política” y de Podemos se popularizó el término “casta”, con el que identificaban a los políticos ajenos a su órbita ideológica. Pronto comprobamos cómo ellos mismos se convertían en esa casta que tanto criticaban. También introdujeron los “escraches”, una forma de presión callejera agresiva que aplicaban, sobre todo, a dirigentes del Partido Popular. Lo bautizaron como “jarabe democrático” hasta que comenzaron a recibirlo en carne propia; entonces, pasó a ser acoso del de toda la vida y lo denunciaron. Ciudadanos, por su parte, puso de moda el “sorpasso”, con el que expresaban su ambición

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