La maleza rodea las casas y los recuerdos. Puertas caídas y ventanas rotas por las que hace años entraban las risas y el aire fresco, hoy son solo un reflejo de lo que fueron. Pero quizás, si miramos más allá, de lo que pueden llegar a ser. Pasear por el poblado del Salto de Castro tiene un encanto especial, porque además del pasado, se siente el futuro.

Puede parecer una utopía lograr que la vida vuelva a esos rincones de antaño que ahora solo recorre el olvido. Pero a veces surgen nuevas oportunidades. En el Salto de Castro están por llegar, en Ligüerre de Cinca ( Huesca ) ya son una realidad.

Corría el año 1989 cuando los trabajadores que construyeron la presa de Castro fueron abandonando las que durante años habían sido sus casas. Los cerrojos sonaban con nostalgia al cerrars

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