La juventud encarna la promesa de toda sociedad. Aspira a convertirse en profesionales realizados y ciudadanos comprometidos, pero muchos enfrentan este desafío en total soledad, sin el apoyo familiar y estatal. Este escenario se agrava por un contexto global marcado por la vertiginosa aceleración tecnológica, la erosión de los valores colectivos y el predominio de un pragmatismo que margina los ideales.

De acuerdo con el Observatorio de CEPLAN, se evidencia un progresivo deterioro de la confianza juvenil, alimentado por la decepción hacia un sistema que incumple sus promesas. Uno de los indicadores más críticos de esta crisis es el aumento de los denominados NiNis —jóvenes que ni estudian ni trabajan—, lo que representa un desafío económico y una grave pérdida de capital humano. A esto s

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