En la cocina argentina, hay un gesto repetido en millones de hogares: poner la cebolla en la sartén antes que cualquier otro ingrediente. Lo que muchos consideran una costumbre es, en realidad, un truco respaldado por la ciencia de los sabores.

Al cortarla, la cebolla libera enzimas que generan el picor y el lagrimeo característicos. Cruda, su sabor es fuerte. Pero al entrar en contacto con el calor, esas enzimas se descomponen y los azúcares comienzan a caramelizarse. El resultado: una transformación hacia un sabor más dulce y complejo.

Un truco viral que confirma la tradición

¿Por qué cocinarla primero? La clave está en que la cebolla “suda”. Al calentarse, libera el agua que guarda en su interior. Si se suman otros vegetales en ese momento, el exceso de líquido impide que se doren y

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