Lucas tiene un taller en la calle República del Líbano al 590, en barrio General Bustos de la ciudad de Córdoba, donde desde hace años se dedica a reparar automóviles. Ese es su medio de vida. Pero una saga de robos que comenzó en julio cambió su tranquilidad por una sensación de injusticia mezclada con bronca y con miedo a la impunidad.

Hasta ese punto de la zona nordeste de la Capital llegaron, noches atrás, varios desconocidos con intenciones de perpetrar un robo. Lograron entrar al galpón por una ventanilla ubicada en el techo.

Parecían conocer los movimientos que debían hacer.

Sin embargo, el sistema de alarmas que Lucas había instalado después de un robo anterior se activó y lo alertó.

“Me llamaron de la central de monitoreo para avisarme que había movimiento en el interior, que

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