Un odio antiguo, milenario, que durante siglos tuvo un matiz religioso y desde el siglo XIX racial-darwinista, no se extingue en pocos años. Han pasado solo 80 desde la Shoah, que supuso el punto culminante de la bimilenaria persecución de los judíos a la vez que algo sin precedentes: la planificación racional del exterminio de un pueblo entero –seis millones de víctimas– sin un objetivo bélico, económico o de conquista de un territorio. Incluso se intensificó, para ultimar el exterminio cuando Alemania sabía que perdería la guerra. Esto hace de la Shoah algo totalmente distinto de las muchas atrocidades que el ser humano ha cometido y comete. Sin posibilidad de ser utilizada como término comparativo: la unión del odio más antiguo, ahora con motivación racial, no religiosa, y la más modern

See Full Page