Por: Johan Steed Ortiz Fernández
El sábado en la madrugada murieron dos auxiliares de Policía en Neiva. Tenían 19 años. A esa edad apenas se empieza a vivir. Uno se equivoca, aprende, sueña. Pero en Neiva, soñar puede costar la vida.
Las versiones aún se investigan: que evadieron un retén, que los guardas los persiguieron, que hubo exceso de velocidad, que no llevaban casco. Pero más allá de eso, lo cierto es que esta tragedia no es un accidente aislado. Es el síntoma de una ciudad sin cerebro en su movilidad. Una ciudad sin inteligencia vial, sin orden, sin prevención.
Una ciudad donde la Secretaría de Movilidad cuesta más de 8.609 millones de pesos al año, pero cuenta con una mala ejecución. En 2024 fue apenas del 75% de ese presupuesto. Lo interesante de esta dependencia es lo que le