Si Alejandro Ariel Córdoba Arce fuera enjuiciado por su aspecto, tendría varios puntos a su favor, principalmente su baja estatura y su rostro de niño. Con 18 años, sin embargo, su caso es un ejemplo más del conocido refrán: ‘Las apariencias engañan’. Porque en la calle o en grupo, el ‘Quiscudo’ (tal su apodo) puede ser alguien peligroso. Lo pueden atestiguar sus propios vecinos, a los que amenazó con robarles a todos para que lo dejaran escapar con una garrafa hurtada (‘en este barrio mando yo’, les dijo).
O Nicolás Jara, un hombre que había pedido una bicicleta para ir a trabajar cuando, el ‘Quiscudo’, el ‘Loco’ Williams Nievas y otros dos sujetos, lo atacaron a golpes y lo amenazaron (la víctima dijo que fue con un arma) para robarle el rodado, cuando cruzaba el barrio Cipolletti, en C