Barcelona se despertó en el día de la Diada con un cielo que no auguraba nada bueno para aquellos que preparaban sus actos al aire libre. Pese a que las previsiones meteorológicas no vaticinaban una jornada de agua, la lluvia se convirtió en una de las grandes protagonistas de la jornada, cancelando numerosos de esos eventos. De un momento a otro, esteladas, senyeras y pancartas se convirtieron en improvisados paraguas y chubasqueros para los que contracorriente siguieron celebrando la festividad. Entre ellos, los organizadores de la manifestación independentista de la tarde.
Antes de eso, por la mañana, la tormenta permitió el inicio de los actos de la Diada con la tradicional ofrenda floral a Rafael Casanova. Instituciones, entidades y partidos pudieron dejar sus ramos bajo el monumento