Un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) advierte que los países de América Latina ejecutan apenas el 30 % de los recursos destinados a emergencias en acciones efectivas de respuesta . Esta cifra revela una preocupante brecha entre la planificación, la prevención y la capacidad real de reacción en terreno.
Esta realidad cobra especial relevancia en Colombia , donde la presencia de industrias energéticas, químicas y mineras expone a comunidades enteras a incidentes de alto riesgo . En este contexto, las primeras horas de una emergencia industrial resultan decisivas : la rapidez y calidad de la respuesta inicial determinan si el evento se controla o escala, afectando vidas humanas, ecosistemas e infraestructura