“Si ayer México abrió la puerta a la CIA para espiar embajadas, hoy lo hace para cazar narcos: la pregunta no es si colaboramos, sino cuánto soberanía estamos dispuestos a entregar.”
La historia de la relación entre México y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos se parece a una sombra que nunca se disipa: a veces discreta, otras escandalosa, pero siempre presente. Lo que hoy parece una revelación —unidades de élite mexicanas entrenadas y supervisadas por la CIA para cazar narcotraficantes— tiene raíces profundas que se remontan a la Guerra Fría. Documentos desclasificados y nuevas investigaciones muestran que México no solo permitió, sino que alentó esa intervención, con efectos que hoy repercuten directamente en la lucha contra el crimen organizado y en la polémica d