Llegamos a la edición número 28 de Jazz al Parque con varios logros y algunos anhelos. Empiezo por la experiencia de escuchar al trío de Tigran Hamasyan en el parque del Country, a unos 50 metros de la tarima. Ya es hora de crear un ambiente de escucha respetuosa entre la audiencia de Jazz al Parque, la conversadera de los vecinos sumada al asedio de los voceadores de cerveza fría, hacen imposible concentrarse en la audición. Nuestra ilusión de apreciar el concierto sentados en la grama se vio interrumpida desde la primera nota, cuando los asistentes alrededor se pusieron de pie obstruyendo la visibilidad, lo que nos obligo a enfocarnos en la pantalla lateral, donde nunca vimos un plano general del concierto, solo primeros planos de cada músico en solitario…

Cambiando de perspectiva, me c

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