Las llamas se han apagado y los focos se han retirado ya de los bosques calcinados, pero el peligro de los incendios no ha desaparecido aún. En las semanas posteriores al impacto del fuego comienza otra lucha también vital, y a contrarreloj: la que se libra contra la erosión y contra la contaminación de ríos y embalses por las cenizas.

Los expertos miran con temor ahora hacia el cielo. Unas lluvias intensas en otoño pueden tener graves efectos en una tierra en la que ha desaparecido la cobertura vegetal y se ha quedado "desnuda" , tal y como advierte el profesor de Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Castilla-La Mancha Manuel Esteban, especializado en procesos de erosión y de regeneración del monte tras los incendios.

"El fuego deja el suelo desprovisto de esa cubierta protectora

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