A los primeros minutos de que una pipa de cuatro mil 500 litros estalló en el puente de La Concordia de la alcaldía Iztapalapa, la ayuda de los solidarios chilangos no tardó en llegar. Las ambulancias y patrullas todavía no arribaban al punto cuando los vecinos y vecinas sacaban decenas de cubetas con agua y tinacos para sofocar las llamas.
Los heridos comenzaron a caminar en busca de ayuda, algunos estaban en los camellones, asfalto, banquetas y recargados en los muros del puente. Dieron pocos pasos cuando personas ya los cubrían con cobijas mojadas, les arrojaban agua o tierra, o les daban mensajes de apoyo para tranquilizarlos; otros colonos ofrecían sus vehículos para trasladar a las víctimas a los hospitales.
Las ropas de los afectados estaban rotas, la piel carcomida, con caras de