A diario la constante de identificar cuándo se ha dado un salto al vacío de las palabras es algo que ocupa a los que, como a mí, nos importan. La ausencia se convierte en la intermitencia del universo y de las ideas que no fluyen como solían.

Sin embargo, siempre queda algo por decir, algo que mencionar, aunque sea pequeño, para sí mismo o aunque parezca insignificante; eso es tal vez lo que otro necesita leer.

Escribir es encontrar plumas invisibles por todo el camino, pistas que no se desvanecen porque tienen un sonido destino. Una conversión que nada tiene que ver con la suerte, son ellas las que hacen que todavía nos asombren los poemas, los escritos, los finales.

La sinceridad es incluso esa sorpresa en la carta que se entrega a destiempo. Las palabras, como los amores, tienen un m

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