Recién celebrado el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, conviene recordar que, en España, se suicida una media de once personas al día. Más de cuatro mil al año. Es la primera causa de muerte en adolescentes. ¿Qué subyace tras ese universo de dolor invisible, de desesperación insuperable que conduce al más negro abismo al que puede descender el ser humano?

El suicidio ha sido, desde los inicios del pensamiento, una herida abierta en el centro de la conciencia. Camus, en el «Mito de Sísifo», afirmó que «no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio». Y concluyó que la respuesta no está en quitarse la vida, sino en aceptar el absurdo de la existencia y rebelarse contra él.

En cambio, Hume, defendió el suicidio como un acto racional cuando la vida se vuelve

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